En torno a las prácticas sexuales, existe mucha información no del todo cierta -o directamente falsa- que hemos interiorizado, y que puede resultar dañina. La educación sexual no solo nos protege contra las infecciones o embarazos no deseados; también nos enseña a tomar decisiones informadas sobre el sexo, identificar situaciones que no deseamos y, en definitiva, a tener relaciones más saludables.
«La educación sexual es la mejor herramienta para poder vivir la sexualidad con bienestar y sin violencia ni riesgos», como nos recuerda SEDRA .
A través de un taller ofrecido por una experta de SEDRA-Federación de Planificación Familiar en la sede de DaLaNota, al que han asistido chicos y chicas de entre 14 y 18 años, desmontamos algunos de los mitos más habituales en torno a las prácticas sexuales.
Estas son siete realidades que deberíamos desaprender:
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El consentimiento
El concepto del que mucha gente habla tiene el problema de que parte de un punto de vista legal: “Yo permito o no, acepto o no. Pero ¿puedo decir que sí cuando en realidad no me apetece?” La realidad es que sí, por diferentes causas (por presión, para satisfacer al otro, incluso por lástima…) “Si toleramos o cedemos, en realidad no nace del deseo. Más que hablar de consentir vamos a hablar de desear”, propone la experta.
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“Soy responsable de la satisfacción de mi pareja”
La experta niega este mito. “La realidad es esta: que mi pareja esté o no satisfecha sexualmente no depende solamente de mí”, dice. “No le debemos ninguna práctica a nadie”.
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“Si me quieres, lo harías”
Se trata de otro de los mitos que hacen que muchas personas accedan a prácticas no deseadas. “A veces nos sentimos forzados o forzadas. En el marco de la pareja esto es común”.
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Presión social
La presión puede venir también del exterior de la pareja, y es más evidente a ciertas edades. “Cuando hablamos de perder la virginidad, hay mucha presión de la edad. Llega un momento en que si no lo has hecho parece que eres una fracasada, que no resultas atractiva… hay mucha carga social. También en otras prácticas hay esa carga: ¿nunca has hecho eso?”
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“Si no lo has probado, no sabes si te apetece”
“Hay una parte en que yo puedo querer experimentar, pero eso no significa que porque no lo haya probado no sepa si me va a gustar. No he probado que me pinchen con alfileres bajo las uñas, pero sé que no me apetece”, pone como ejemplo. Otra de las frases recurrentes: ‘Pruébalo, y si no te gusta, para’. “La realidad es que si no nace de nuestro deseo, no debemos sentirnos forzados o forzadas a hacerlo”.
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Pornografía
La experta deja claro que la pornografía “es ficción. Por tanto, no muestra ni cómo se desarrollan las relaciones sexuales en la vida real, ni lo que me tiene que apetecer, ni lo que son los cuerpos (las características físicas no son “reales” o lo que nos encontramos habitualmente)”. Un ejemplo es que la negociación de preservativos no aparece. “La realidad es que en una práctica sexual tienes que hablar, negociar…”.
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Métodos de barrera
Para prevenir el embarazo o las infecciones, solemos pensar en el preservativo masculino como si fuera la única opción. “Es el más extendido, el más económico y siempre se le ha dado más importancia a la salud masculina que a la femenina”, dice la experta. Sin embargo, no es el único: “Dentro de los preservativos tenemos diferentes tipos. Para penetración anal hay preservativos más específicos (extrafuertes), preservativos vaginales, la barrera de látex (para sexo oral), etc.”.
La Federación de Planificación Familiar ofrece anticonceptivos en la dirección C/ San Vicente Ferrer 8, Madrid